miércoles, 7 de septiembre de 2011
Los girasoles.
Podrían formar parte de una serie de cuadros pintados al óleo, y por el genial Van Gogh. De hecho, los que están sobre el lienzo simulan la misma viveza, la graciosa plasticidad que les imprimió el holandés y los convierten en parte -o en una parte- de la vida real. La diferencia está, que mientras unos están destinados a permanecer inertes, los otros se sienten abocados a moverse " sin pensar". Alienados de sí mismos y siguiendo a su único Dios, el Sol. El Sol, que "más" les calienta.
De un lado a otro dirigen su vida sin más cambios que los determinados por las horas del día. Sin otro final, sin otra ambición que la muerte, asumen su destino. Otros, con suerte, se rebelarán. Y continuarán viviendo. Y serán parte de la historia.
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4 comentarios:
A mí los girasoles más que a pensamientos profundos me remiten a aquella película tan romántica y con tan buenos actores.
Y mira que nunca he sido muy propenso al cine italiano, pero esta película de Sofia Loren y Marcelo Mastroianni, es una de las grandes y románticas del cine. La vi por televisión hace ya muchísimo tiempo, así que no la recuerdo demasiado; pero ambos actores... tan únicos como geniales, ya lo dicen todo.
Por otra parte, los girasoles son esas flores tan grandes y enormes, que giran y giran, con el único objetivo de "calentarse" con/y del "Sol". Y ahí, va la metáfora.
Gracias y un saludo cordial.
Tambien se podría interpretar el giro de estas flores como que dan la espalda a la sombra, a lo oscuro, y buscan la luz de la verdad, la claridad del que va por derecho.
Afortunadamente, casi todas las opciones, opiniones y visiones son libres, más o menos acertadas, y dan luz sobre todo aquello que nos empaña. La tuya, es muy acertada.
Aunque por mi parte, nunca olvido ese refrán que me enseñó mi abuelo "papa" y desde que era chico: "Camina siempre, por la sombra".
Gracias.
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