sábado, 8 de octubre de 2011

No habrá paz para los malvados.

¿ Hay Paz sin malvados ?  ¿ Quedarán malvados cuando llegue la Paz ?
No, ninguna de estas preguntas o premisas es exacta. Ni siquiera aproximada.
 



 

¡  Puuuummmmm ! ....  ¡ Me cago en tu puta madre !


Podría ser un insulto, y lo es. Podría ser una frase llena de indignación. Y efectivamente, lo es.
Así empieza nuestra protagonista esta película de cine negro español.  Cubalibres a estómago batiente, a pescuezo dilatado. Máquinas tragaperras que desquician por su sonido y su sonoridad.

Santos Trinidad, un inspector de policía que, muy lejos de la ejemplaridad que le cabía suponer, se ve involucrado en un triple crimen del que sale indemne, pero no libre de sospechas ni exento de conciencias y otras cuentas pendientes.
A partir de aquí, se iniciará una persecución de hienas contra lobos, de cuervos contra leones, de una tigresa contra una alimaña. Una alimaña que, conoce perfectamente a sus presas.

Habrá quien piense o crea que todo esto es simple ficción, que la realidad no contempla a individuos de dicha calaña, pero la verdadera realidad siempre va un paso más allá. Es difícil cruzarse con canallas de características tan infames, pero que no quepa duda, ¡ existen !





Santos Trinidad (José Coronado) es la versión moderna de ese Sheriff del lejano Oeste que, lejos de hacer justicia, intenta hacer "su" justicia. Y sin embargo, hay un "algo" que puede variar hasta en el camino del más desalmado.

Asesinatos despiadados, persecuciones, intriga desafiante, cruces entre bandas criminales, desconfianzas ilimitadas, incluso hasta un desnortado sentido del honor. Sus modos impresionan, pero sus palabras marcan como el hierro candente. Sólo hay un destino, el camino directo a los infiernos. Pero nunca solo, sino en compañía de otros como él, o peores que él.

Imagínense a Clint Eastwood interpretando al legendario Harry "el sucio". Imagínenlo, con su "peculiar" forma de hacer Justicia, pero sin conocer su significado. Sería como la obscuridad acampando sobre las tinieblas.

En la vida hay buenos y malos. Aparte maniqueísmos. Todos tenemos nuestra parte buena, y otra no tan buena.  Pero hay quienes predominan con su parte mala,  maléfica, y que difícilmente son detectados en circunstancias -llamémosles- de "normalidad". Por ello, es necesario destaparse los ojos, mirar al frente, y observar atentamente.
Porque el olor de la sangre, el sabor de la pólvora, sólo tiene un nombre: Santos Trinidad.






Recomendada: para quienes gusten del cine negro y para todos aquellos que quieran "destaparse" los ojos, alejándose de miedos y caminos amurallados.


Lo mejor

La interpretación de José Coronado.  Magnífica (como siempre).
Una película de cine negro, que siendo española, da bastante de sí.

Lo menos mejor:

Algunas escenas, quizás, un poco lentas.
El guión ofrece algunos errores de técnica policial y judicial: la Juez hace más de Comisario que de Juez  (algo inusual en España, excepto para delitos de terrorismo y similares) y la prueba de balística en el revólver siempre habría dado resultado positivo, aunque se lime y se manipule el cañón.


Puntuación 7,5




Toni Sagrel.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Diario del caminante.

La mente es un trebejo (disculpen por la palabra), quería decir, un "utensilio", un tanto extraño.

A veces, surge una ridícula asociación de ideas,  cuando te encuentras caminando por calles desiertas. O por el campo en pleno bochorno, en el extinto estío y a la hora en que el sol cae como a plomo derretido. O en ese septiembre que destila a otoño,  y con ese albor que te hace refrescar hasta -incluso- llegar a enfriar.

El caminante recoge  una o más de esas películas que llegaron a la fascinación.
Podrían ser "Up", "Lost in translation", "Mi mejor amigo", "Avatar".  Esta última,  precisamente la más reciente en visualizar y disfrutar. No toda la cinta, sino más bien la segunda mitad, y concretamente, el epílogo. Esas escenas en que una mente humana se transforma en un Naavi, esa raza de humanoides con caracteres felinos que habita un planeta vivo,  y que desea continuar viviendo y dando vida. Una película en donde -por momentos- se abre una caja, desde Pandora.  Podría ser, la caja de Pandora. 
Es triste, dura, a veces alegre, elegante, emocionante, desoladora. También, abierta, reflexiva, pasional, sentimental, con un halo de esperanza.  El futuro del Árbol Madre está en nuestras manos. Cuidémoslo. El futuro, el halo, el Árbol Madre.





En otra secuencia, en "Mi mejor amigo", ese jovial y entusiasta taxista,  Bruno, se desenvuelve entre la paciencia, el ofrecimiento y la entrega a quien consideraba su amigo.  Su mejor amigo. Son muchos los sinsabores, los engaños e intereses,  pero también un  gran descubrimiento: la lealtad y la honestidad. Dos principios que hay que mostrar. Y demostrar.

Sofocadas las llamas del sofocante verano (este año, por fortuna, con menos llamas que en años precedentes), el caminante se recluye en algún lugar cuyo nombre se silencia, aunque es fácil intuir que se trata de un rincón del interior Sur mediterráneo, por el zumbido insistente de los grillos, las abejas y chicharras. Y ese vigor del romero, y de las jaras, aún brillantes, altivas y graciosas.

Llega a casa. Saca de la bolsa una exigua cantidad de almendras, de las de nueva cuña. Las coloca encima de la repisa de la chimenea junto a figuras de porcelana y papeles intrascendentes, en una imagen espléndida que habla sin palabras del paso del tiempo, de la austeridad, del recogimiento, de la nueva vida que vuelve a emerger. Año tras año.  Mientras realiza todos estos movimientos, escucha su  propia voz: "Es sorprendente el poco tiempo que lleva a juntarse el tiempo, con el tiempo...."

En esta otra "película" -la del caminante-, debe hacer calor,  pero no tanto en cuanto que el actor figurante lleva puesta la chaqueta de un chándal. Es abierta, caliente, pero también refrescante: aireada. Supongo que si este final recuerda a un agosto que dijo adiós, -o a un septiembre que dice hola, incluso a este verano que se extingue como las brasas de una chimenea... entre el rocío del amanecer-, no lo es tanto por esa flama acelerada,  sino por esa sensación de alejamiento, de acercamiento, de descanso, de cansancio, de sopor, de desazón, de anhelo, de que... la vida se detiene, aunque sea por un mero instante. Sólo, para contemplarla. 

Toni Sagrel.



                 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Los girasoles.




Podrían formar parte de una serie de cuadros pintados al óleo, y por el genial Van Gogh. De hecho, los que están sobre el lienzo simulan la misma viveza, la graciosa plasticidad que les imprimió el holandés  y los convierten en parte -o en una parte- de la vida real. La diferencia está, que mientras unos están destinados a permanecer inertes, los otros se sienten abocados a moverse " sin pensar". Alienados de sí mismos y siguiendo a su único Dios, el Sol. El Sol, que "más" les calienta.

De un lado a otro dirigen su vida sin más cambios que los determinados por las horas del día. Sin otro final, sin otra ambición que la muerte, asumen su destino. Otros, con suerte, se rebelarán. Y continuarán viviendo. Y serán parte de la historia.

martes, 30 de agosto de 2011

Cuestión de Sangre.

La sangre, además de circular por las venas, sirve para describir un sinfín de situaciones y emociones. La sangre azul está reservada para esos seres que ostentan de por vida un título nobiliario, y sin que sea necesario responder a su significado. A un cruel pistolero (sicario o terrorista, da lo mismo), se le supone de sangre ... extremadamente fría. A los apasionados, pues -ya se sabe-, les hierve la sangre. Cuando la sangre corre fuera de su cauce, es porque alguien no ha salido bien parado. Y cuando te la chupan, es que algún parásito de dos o más "patas" (Forges los dibuja muy bien en sus viñetas) pues, ha decidido vivir a costa tuya, y de los tuyos. Pero es que, incluso en el mágico mundo de Harry Potter hay un lugar reservado para los impuros de sangre sucia.  E incluso, cuando hay velocidad, fuerza y nobleza, se dice que es... un pura sangre.

Ahora bien, de todas las sangres que uno puede vivir o sentir, la más lamentable y repelente se dice que es, la de horchata. Y no por su falta de fluidez o porque sea tan espesa como afligida, simplemente por ser tan sosa como carente de épica, de valor. Tener sangre de horchata es lo más parecido a ser como un saco de patatas amontonado, sobre otro saco de patatas. Hace bulto, brotan tallos con la humedad, suelta tierra, pero nunca emociona. Basta imaginar el rostro de quien escupe con su expresión facial , con esas muecas y mohines de desprecio, con ese aire de "magnánima" suficiencia a la hora de designar a un ser que considera sin ánimo, sin esencia, sin alma.

Pero ¿a quién se le ocurrió relacionar la leche de chufa con la falta de voluntad y la parálisis de energía? Quizás a alguien, que cuando llegó a cortarse involuntariamente, contempló que sus venas estaban tan vacías, tan sin sangre, tan sin nada que poder ofrecer; y sobre todo,  a quienes sí que dieron, y ofrecieron su sangre en algún momento de sus vidas.

Este verano, la horchata habrá refrescado y nutrido a multitud de veraneantes. Algunos, no tuvieron ni que probarla. Mientras nuestra economía nos mandaba al garete de las inmundicias, mientras los españoles susurrábamos ante el pavor de la incertidumbre, algunos grandes de España, pero sin grandeza que ofrecer, aderezaban sus ánimos entre la sangre de horchata.